lunes, 26 de octubre de 2009

Domingo 25 de Octubre del 2009


Ya sé que me prometí a mí mismo y a este blog escribir a diario, pero no siempre tengo el ánimo ni la rabia de ponerme frente a la pantalla a plasmar lo que me ronda el corazón, sé que soy muy cansino, que estoy siempre machacando con lo mismo, pero yo nos e escribir de otra forma que no sea desde mis sentimientos, así que pido perdón a todo el que me lea, pero este sí que es un blog alternativo, si no gusta es tan sencillo como no volver a entrar…

Hoy ha sido un domingo algo especial, nos reunimos parte de la familia (ya que de momento es imposible estar todos) y es de agradecer a estos seres que componen esta familia, menudos especímenes que estamos hechos; la verdad es que nos salimos de lo normal, en cuestión de conversación se puede decir que tocamos todos los palos, vamos que no dejamos tema en el tintero, desde la típica discusión de quien es mejor si el Barça o el Madrid (aunque este año no tenemos nada que demostrarle a nadie y está bien claro que somos los mejores) hasta la inusual charla distendida de física o filosofar sobre el sentido de la vida, la verdad es que lo pasamos bien, a nuestra manera pero bien y en esos momentos puedo afirmar que toco la felicidad.

A provecho este inciso para reflexionar sobre ese tema, ¡la felicidad!, es eso que todos perseguimos cual grial, es en lo que todos centramos nuestros más profundos deseos y rogamos cada noche por conseguir y no perder nunca; lo que no entiendo muy bien, es porque si nos empeñamos en que la felicidad sea nuestro epicentro de la vida, ¿Por qué no somos capaces de ver la felicidad de los demás? Es más, aun viéndola no somos capaces de admitirla y desearles lo mejor; realmente no sé si le pasa a todo el mundo, pero veo que le pasa a la mayoría; nos creemos con el derecho de juzgar fríamente a los que no entrar dentro de esos cánones que nos clichea la sociedad, una sociedad hipócrita, egoísta y devoradora de vidas!; si, el mundo que nos rodea se atreve a decirnos como tenemos que ser felices, nos venden la moto con la palabra normalidad como si con ello tuviéramos que huir de lo “anormal” como escupida en plancha caliente, ¿pero qué coño es normal? ¿Quién se atreve a decirnos como vivir nuestra felicidad?, “Que es general o mayoritario o que es u ocurre siempre o habitualmente, por lo que no produce extrañeza” eso es la simple definición de la palabra normal, con tal definición tenemos que plantear nuestra vida o peor aun nuestra felicidad, eso es lo que a una gran parte de la sociedad le gustaría; que dejaran de existir ciertas personas para calmar sus conciencias, o quizás sea que esas personas que juzgan a los que se atreven a salir de lo impuesto sociológicamente no son tan felices como proclaman y les jode que algunos lo sean abiertamente. Esas mismas personas, se enorgullecen de declararse liberales, pero siempre que nos les toque a ellos mantener o tener hijos o familiares ausentes de esa tan bien definida “normalidad”. Los seres humanos tenemos la necesidad de etiquetar todo lo que nos rodea, tendemos estereotipar a todo y a todos, sin pararnos a pensar en lo que de verdad importa, en su felicidad.

Que falsos que somos al hablar de la homosexualidad de amigos, conocidos o artistas varios, que hipócritas al anunciar libremente que no somos homófogos, pero todo ello si no nos toca directamente; porque es moderno tenerlos como amigos, es de personas civilizadas el codearse con esos seres anormalmente definidos, pero si es nuestro hijo, hermano, tío o lo que sea consanguíneamente, ponemos el grito en el cielo e intentamos esconderles como apestados, sin pararnos a pensar que para ellos no es tan sencillo exponer su situación, porque lamentablemente ellos también se sienten personas no normales, son los primeros en sentir su propio rechazo hasta que comprenden que siendo y siguiendo su propia naturaleza les acerca más a la felicidad anhelada por todos; ¡joder!, dejemos de ser tan gilipollas y que cada uno viva como quiera, que cada uno desarrolle su felicidad como mejor pueda y dejemos las etiquetas para los botes en el supermercado, no intentemos orientar la intimidad de nadie porque ya es bastante opresiva esta mierda de sociedad que nos toca vivir; no es más bonita la rosa que crece encerrada, ni mejor el jardín cuanto más alta es la baya que lo encierra.

Con estas líneas quería contarte, si a ti, si algún día llegas a leer esto, que tu posición frente a ese problema que le estas dando vida dentro de ti no es más que una forma de demostrar tu inconformidad, se que duele, que es parte de tu vida y que no entiendes no es “normal”, pero te aseguro que es increíblemente normal, esa niña que has sentido crecer dentro de ti, esa que has visto crecer y a la cual le brindaste todo tu amor, es maravillosa, inteligente y se está convirtiendo en una mujer tremendamente normal, ella solo te está pidiendo ese amor que sentía de niña, te pide a gritos que la apoyes y compartas estos momentos de incertidumbre, de miedo a lo desconocido; tan solo es su forma de pedirte que la quieras y se lo demuestres. Esta es su forma de hacerte entender que puede volar por ella sola, pero tú tienes que ver que te pide volar con ella, como antaño, como cuando era una niña, que de tu mano subía al columpio sin miedo a nada ya que su madre a su lado estaba. Entiende que con aspavientos, gritos, castigos o demás actos irracionales, no se solucionan esos problemas que solo imaginas; lo importante de todo esto es su felicidad y conservar el amor de una hija, de tu hija, el resto, bueno el resto con calma, que la vida son dos días y ella recién empieza y no sería bonito que los comenzara amargada.