Mi cabeza está hoy igual que el tiempo, llena de nubes, con viento y pronosticando mal tiempo; quizás solo sean estas fechas en que los días se hacen cada vez más cortos o simplemente que es ahora cuando más se acentúa la crisis, sea como fuere, el caso es que no estoy en mi momento más lucido. Las noches se me hacen eternas, sobre todo en aquellas que duermo, ya que mis pesadillas han vuelto con más énfasis que antes. Dieronme una tregua en la que ya casi ni me acordaba de ellas, pero cual agua de mayo han regresado más virulentas que un resfriado en pleno invierno, hacen que hasta me plantee el dormirme y cuando lo hago vencido por el cansancio apenas puedo descansar, me despierto irritado, mal humorado y con el cuerpo dolorido, arrastrando el resto del día mi semblante como alma en pena.
Para colmo no va saliendo nada como yo quisiera (y esta vez no me refiero a mis sueños), me refiero a lo cotidiano, a esas pequeñas cosas que a mí me llenan y me ayudan a afrontar el reto de levantarme por la mañanas; soy un autómata que al repiquetear de una campana se pone en marcha, sin expresar ni un simple gesto o sentimiento por lo que va a hacer, para lo que está programado; porque es así como me veo, cual autómata programado para pasar por la vida, o al menos estos días de viento y nubes. Me planteo el enfocar el camino, retomar algunas cosas del pasado que antes me ilusionaban o emprender otras nuevas; salir algún día con la cámara aplicando aquello que intento aprender con ese pequeño curso que me baje, que a todos los que puedo recomiendo pero que yo mismo soy incapaz de practicar; ¡joder! Veo a los demás que están llenos de ilusiones, de cosas que hacer con su tiempo libre, de risas y alegrías, y después me miro yo, que cada día me cuesta más sonreír. Antes miraba en mi interior y veía o vislumbraba la posible causa de todo esto, hoy por hoy siendo sincero no se que ver ni lo que veo. Con todo esto no le estoy echando la culpa a nadie, se perfectamente que el culpable soy yo, tendría que ser más coherente con mis pensamientos y con aquellas metas que un día me plantee, retomar las riendas de todo aquello y volver a luchar por lo que un día me daba las fuerzas para saltar de la cama y afrontar el día a día con una sonrisa; pero la crisis afecta hasta los sueños y las metas que nos planteamos, no me canso de escuchar a la gente decir, que no son días de emprender nada, son días de guardar la ropa aunque solo sea una camiseta y unas chanclas, porque la tormenta de la crisis no a echo más que empezar, no es el momento, ahora no se puede, ¡hay que esperar!. Pero ya estoy cansado de esperar, ya son muchos años esperando para todo, y al final, al final todo sigue igual; quizás solo sea eso, que me canse y ahora me dejo llevar por las circunstancias, por el momento, por esta mierda de crisis vital, me amolde a lo que tengo y deje de luchar, de plantearme metas o esperanzas para cada mañana, sentándome en un rincón de mi propia existencia a la espera del repiqueteo de esa maldita campana.
Me hago gracia, porque en estos días, rememoro otros pasados mirando fotografías de un joven lleno de ilusiones y metas, un chaval el cual parecía comerse el mundo, un niñato que se jactaba de no hundirse por nada; ¿Dónde se quedo? ¿En qué momento sucumbió por las batallas del día a día? ¿Dónde estás ahora que te necesito?, pero nada, de aquel inconformista lleno de respuestas para todo, dando lecciones de cómo enfrentarse a los problemas, no queda nada; pase de un joven prometedor o un mediocre e insulso personaje conformista con lo que tiene, un mero espectador de mi propia vida lleno de excusas para no luchar por lo que quiere, o mejor dicho, que ya no sabe cómo luchar.
No quiero terminar sin escribir un chiste que escuche a un personaje de una muy buena película(al menos a mí me lo pareció) ese personaje me va que ni pintado, el chiste dice así:
“un hombre muy afligido va al psicólogo en busca de ayuda, -hola doctor, necesito de su ayuda ya, he probado con todo he ido a los mejores medico para que me ayuden con mi tristeza, pero nadie ha podido hacer nada-. El psicólogo que le mira y le dice –está usted de suerte, hoy a llegado el gran circo a la ciudad y en él trabaja el mejor payaso del mundo, dicen que ese hombre es increíble y que hace llorar a todo el mundo de risa, todos salen encantados después de verle-. El hombre afligido le mira y le responde,-vera doctor es que yo soy el payaso del circo-.”
Como siempre digo, esto tan solo son mis pensamientos, que al igual que el tiempo pasaran y vendrán días más despejados, mas soleados y llenos de vitalidad…