Hoy igual que ayer, y esperemos que peor que mañana... al igual que un día de tormenta uno espera mirando al horizonte que todos los nubarrones desaparezcan, esperanzado de un mañana mejor. Anhelando un sin fin de felicidad que colmen mis días venideros.
De todas formas no quiero ponerme demasiado trágico, porque aún queda mucho día por delante, y quién sabe si esto mejorara; lo que está claro es que ya no espero ni regalos de la vida, ni milagros venidos de ningún ser superior. La poca esperanza de la existencia de dios que podía tener, se desvanece con cada despertar, lo más complicado de mis días, de estos días, son los despertares, la sensación de fracaso y de desolación me invade desde el minuto uno que mis parpados se abren venciendo el sueño. Ahora, afortunadamente me centro en estas pocas líneas, que sin querer están haciendo su efecto y me despejan un poco la cabeza, alejando de mi esos pensamientos pesimista y derroteros, ¡a ver cuánto me duran!; supongo que iré luchando minuto a minuto y hora a hora con el sopor de aguantarme hasta que llegue la noche, el momento más feliz, si es que hay alguno, de estos días. Justo cuando sucumbo al cansancio y mis parpados caen en brazos de Morfeo, que de cuando en cuando, la suerte caprichosa me regala con un viaje a los sueños, donde todo me sale bien y consigo una pincelada de felicidad. Pero no me voy a engañar puesto que muchas noches la suerte no llama a mi puerta y el viaje es al inframundo de las pesadillas… pero bueno eso es otro tema que escribiré en otro momento, ya que esta noche fui feliz y pude escuchar aquello que tanto deseo.
¿Y que es lo que tanto deseas?
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