Jueves 24 de Septiembre del 2009
Ya hace unos días que no escribo, no tenía el impulso, la rabia, sinceramente, la necesidad de escribir nada; pero hoy es tarde, o temprano, según se mire, son más de las doce de la noche y sigo sin poder dormir, en cualquier momento me asaltara la somnolencia, para después un par de horas más tarde despertar sobresaltado por la pesadilla de siempre; algún día me armare de valor y escribiré sobre ella. Mirando la televisión, rememorando tiempos mejores he recordado una carta escrita hace un tiempo, el destinatario yo mismo, el mensaje, más de lo mismo que hay en este blog; no quiero ser pesado de verdad, yo más que nadie deseo escribir de otras cosas, me encantaría poder plasmar en algunas líneas lo feliz que soy, escribir sobre algún idílico viaje o simplemente colgar alguna bonita foto y comentarla; pero de momento no, en estos días solo puedo escribir de lo mal que me siento, creo que me ayuda, al menos en estos días los bajones son menos. Bueno después de estas líneas dejo la carta que un día me escribí a mi mismo…
A mí:
Quizás esto solo sea el comienzo de una clara locura, el principio de una inestabilidad cerebral, lo cierto es que no puedo resistirme a escribirme, con la esperanza que al leerlo mañana o a lo mejor pasado mañana, todo haya cambiado; que mis sueños de la noche anterior comiencen a tomar forma, o simplemente que aquello que me hace dormirme pidiendo ese cambio desaparezca. ¡Y yo me pregunto! ¿Cuántos antes que yo han deseado lo mismo? ¿Cuántos desean que todo cambie? Pero aun sabiendo a ciencia cierta, que no es el caso, la respuesta, no me vale como consuelo, puesto que soy quien sufre en carnes propias la desidia de mi mismo; es extraño, pero muy cierto, ¡créeme!, que estoy cansado de mi, de mis lloriqueos, de mi manera de ver la vida, de mi forma de vivirla; yo que me jacto de tener respuesta a casi todo sobre el vivir, que me encanta y se me llena la boca hablando de la vida, me quede sin respuestas para mí mismo. Me di cuenta que el único punto incongruente en mi existencia, soy yo mismo, que la única ecuación inconclusa en este problema es quien suscribe esta carta y así podría seguir con infinidad de sinónimos floridos describiendo una pobre existencia; ¡no! Amigo mío, no es otro lamento, solo es la realidad, esto no es vida, solo un llanto agónico de un ser despreciable, tanto escribí, tanto sentí, que se me olvido expresarme tal y como soy, incapaz de hablar abiertamente de mis sentimientos, incapaz de asentir delante de todos que quiero, amo, respiro y siento, no más que nadie, no menos que la mayoría, tan solo emociones normales, son esas que hacen que la vida valga la pena, esas sensaciones que las personas atesoramos, y de las cuales hablan casi todos sin miramientos. Yo convencido de la debilidad de aquellos que demuestran sus sentimientos, negose a sí mismo en cada momento de flaqueza, utilizando un escudo de ironía, mordacidad y una postura pedante de ser superior; ¡cual equivocado he estado! Intentando atesorar todas esas sensaciones para mi disfrute personal, plasmando una mínima cantidad en un mísero papel, entregándolo a quien iba dirigido, con miedo a ser rechazado; ¿y qué?, si uno es rechazado, si uno es humillado con una negativa del ser amado, uno gana ligereza al descargarse de tanta emoción reprimida, uno desinfla su alma al hablar directamente de su interior, y no me refiero a soltar estupideces de lo duro que puedo o tengo que ser, es mucho más simple, mucho más sencillo, solo hablo de ser lo que tiene uno dentro, amor, bondad, integridad y sobre todo honestidad, sobre todo con migo mismo. No prosigas el camino engañándote a ti mismo, utiliza esa honestidad que tanto pides a los demás, pídete a ti, lo que exiges a todos los que en tu camino se cruzan, y si, júzgate severamente, senténciate a ser realmente tu, a vivir de forma natural, sin miedos inventados sobre lo mucho que sufrirías si te abres, deja ya de llorar, eres lo que sientes y hasta que no lo admitas no serás capaz de ver que puedes sentir mucho mas; en algo tienes razón, que la especie humana es una mierda, pero esta está llena de individuos maravillosos, de personas geniales, que caminan espléndidamente sin escudarse en llantos banales, en corazas de papel… no digo que deje de escribir, ya que eso me llena y me gusta, pero al igual que escribo no te cortes en decir cuando lo necesites que sientes o amas, nunca es tarde para disculparse y admitir las equivocaciones, no pediré disculpas a cambio de nada, solo del beneplácito de quien las reciba, no quiero dejar este mundo con la pesadumbre de haberme equivocado tanto y no haber puesto remedio en eso, no quiero cambios en las decisiones tomadas, aunque no lo creas el paradigma de una disculpa no es retroceder, ni cambiar las cosas, es mucho más sencillo, la disculpa es para quien la ofrece una forma de enmendarse, sin necesidad de quien la recibe de aceptarla, sin necesidad de quien la recibe de cambiar su opinión hacia para ti, tan solo es sincerarte y despojarte de esa pequeña espinita que no deja de pinchar; sabrás si esa disculpa es sincera en cuanto sientas un alivio dentro de ti, cuando después de dar tan pequeño paso se dibuja una sonrisa en tus labios, ¡joder no están difícil! La has cagado, la llevas cagando desde hace un montón, date cuenta, sincérate, lánzate y vive sin más miedo que el fin de todo.
No sé si esto servirá de algo, o simplemente estoy pasando de ser una persona medianamente cuerda a lo que siempre he temido, la locura sin más motivo, la demencia cerebral; pero si de algo sirve esta carta, es que ahora mismo, tras tantas palabras me siento mucho mejor, tengo las cosas un poco más claras, tengo una nueva propuesta para mañana, una promesa a mí mismo, soy como soy, soy yo mismo, peor o mejor pero es lo que soy.
PD:
Los cambios para que sean permanentes se tiene que hacer paulatinamente, lo mismo que los verdaderos sentimientos los conocemos con el tiempo y lamentablemente, los más fuertes los vemos cuando ya no tenemos forma alguna de detenerlos…
Aquello que más deseo es lo que no tengo, aquello que más amo es lo que dejo marchar…
El consuelo esta en recordar lo que he vivido no en lamentarme por lo que podría vivir.
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