lunes, 21 de septiembre de 2009

Lunes 21 de Septiembre del 2009


¡menudo fin de semana!, no se dé que me extraño o sorprendo, si ya son todos iguales; como presagiaba en mi último escrito, metido en casa sin más que hacer que mirar la pobre televisión que tenemos y sin parar de pensar. Es increíble lo largas que se pueden hacer las horas cuando uno tiene una fijación, los minutos se descuelgan del reloj casi a cámara lenta, la ralentización del espacio tiempo están agobiante que causa una sensación de nauseas, con la necesidad de salir corriendo gritando a todo pulmón; buscando un rincón dentro de mi mismo donde no oiga mis propios pensamientos.

Soy como un juguete roto, al cual ya no le dan la oportunidad de volver a retomar aquellos tiempos en los que todo era diversión, del que no se espera sentimiento alguno: un muñeco de trapo sin derecho a corazón. Que afortunados son todos aquellos juguetes de nuestra infancia, trozos de plástico sin alma, sin personalidad, tanto nos dieron sin pedirnos nada a cambio hasta que un buen día fueron remplazados por otros mejores, mas nuevos, más bonitos, a los cuales sin pensar abandonamos en un cajón para brindar todo nuestro amor a lo nuevo. Pasan los años y muchos de nosotros seguimos siendo niños que solo buscan juguetes nuevos, pero estos juguetes ya no son de trapo; estos si tienen corazón, pero es mucho más sencillo no pensar, para estas personas es más fácil omitir que estos si tienen corazón.

Dejo aquí, en este espacio que cree, una carta, una hipotética carta sin destinatario, una carta que me hubiera gustado entregar en mano…

Querida Señora:




Después de mucho pensar, después de darle vueltas y más vueltas en mi cabeza, creo, y se lo digo sinceramente, ¡que una persona tiene sus límites!; si durante todo este tiempo no he sido más que un pelele, un juguete en sus manos, un pasatiempo, hasta ahora no he querido darme cuenta de eso.

En mi ingenua actitud, llegue a creer en una amistad, tiempo después llegue a imaginar que la amistad ya no era tal, e incluso que se convirtió en amor, la situación era propicia a pensar eso, sus llamadas, sus mensajes, las comidas compartidas y las cenas románticas. Quizás solo deje volar mi imaginación y en lugar de ver amor, puse en mis ojos una venda, un velo para ignorar la realidad de las cosas, ignorar que eso era lo normal en su vida, que su forma de tratar a los amigos era esa, que es usted una persona muy sociable y corresponde a sus amistades con besos y bonitas palabras, con caricias y susurros al oído; pero para mi, señora mía, para mi esas cosas no son de amigos, para mi el decirle a alguien que le necesita o que ocupa sus pensamientos durante el día, es sinónimo de algo mas que una amistad; el negarlo indica un engaño, pero eso es para mi.

¡Así es! Por mucho que uno intente adornar ciertos actos, no dejan de ser viles y dañinos, por mucho que uno reniegue de sus palabras, si hubo alguien para escucharlas, no puede borrarlas, y aunque quisiéramos, y ojala se pudiera, no podemos regresar al punto de partida para rehacer las cosas, comenzar nuevamente omitiendo ciertos detalles, detalles que no condujeran a un equivoco final, detalles que no confundieran el amor con la amistad; detalles que con el paso del tiempo a uno no le hiciera ser un juguete roto. Si algo aprendí de todo esto señora mía, es que lo peor de haber dejado pasar el tiempo a su lado, no es el mal estar por no ser correspondido, no es la sensación de haber sido utilizado, puesto que siendo sincero en cualquier relación, sea de la índole que sea, ambas partes se utilizan; la sensación que me queda es la perdida de mi tiempo, de un tiempo que no me llevo a ninguna parte aun habiendo puesto toda intención y ninguna barrera para algo mas que una amistad. No quiero parecerle un niño caprichoso, molesto por no conseguir lo que quiere, porque las cosas no le salen como imagino!para nada!, no quiero que me vea como un niñato incomprensivo e inmaduro que reniega de aquello que no obtiene el resultado esperado,!para nada!, admito la posibilidad del termino de una relación, admito que el amor se termine y que de paso a una amistad, o incluso a un desideo por una de las partes implicadas a causa de un deterioro, pero lo admito después de una explicación sin mentiras, de una conversación entre dos personas que compartieron tanto… o al menos yo si creo que compartimos mucho.

Lo que no puedo admitir es ser un juguete, ser el juguete de una persona encaprichada; que mientras es nuevo, mientras aun tiene secretos o nos da horas de nuevos juegos es nuestro favorito, pero en cuanto se encuentra otro, uno distinto, el juguete lo deja abandonado en un rincón, acordándose de el algún que otro día, para finalmente solo acordarse cuando molesta en su camino, para finalmente dejarlo en un rincón del armario, abandonado para ser devorado por el polvo y el propio tiempo del olvido, y con este tiempo no ser mas que un recuerdo o una mera anécdota.

Señora mía esa es mi sensación, mi espinita clavada en mi corazón de carne no de trapo, ese es el pensamiento que invade mi mente y mi alma, dígame que para usted no he sido un simple amigo, dígame que en algún momento me amo!miéntame!, pero no me trate como a un muñeco de trapo sustituido, por un juguete nuevo, no me tire al baúl del olvido, al menos no me tire sin mentirme.



PD:

Me atrevería a pedirle, que recapacitase, que si tanto he significado en su vida durante este tiempo, y si aun siente la necesidad de verme, de tenerme, puesto que para usted, como muchas veces me a dicho, soy una parte imprescindible y que le seria muy difícil no tenerme en su vida, que siendo egoísta no me dejaría marchar; pues bien señora mía, sea coherente con sus propias palabras, tome entre sus brazos a este juguete, mírele a los ojos y dígame que no soy tal muñeco de trapo, que soy mucho mas, que sus palabras alojaban verdad al decirlas a mi oído, deje que esas mismas palabras llenen su corazón y láncese a la vida saltandose todas esas barreras, permítase soñar como lo hicimos entrelazados el uno en el otro…

¡Dígame señora mía! Convénzame que no soy un juguete roto, que jamás pensó que mi corazón era de trapo; aunque sea ¡miéntame!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario