8 de Febrero del 2011
Cuándo Peter Pan dejo de soñar
Es una simple analogía de un sentimiento que, seguramente, no sea el único que lo tenga; hoy al leer en el facebook de mi madre un párrafo de lo que ella esconde en su interior, me di cuenta que yo también anhelo esos momentos atesorados en el interior de mis recuerdos; momentos vividos quizás en tiempos mejores o quizás simplemente diferentes.
Para mí la vida son etapas bien definidas en el espacio (por la época que me toco vivir) y el tiempo (porque ya lamentablemente consumí varias de ellas); sin apenas darme cuenta, como bien dice mi madre, han pasado ya varios años, desde aquel niño que un día se atrevió a soñar ser mayor, un niño de sonrisa perenne y de mirada tímida, el cual se escondía tras la falda de su madre ante los desconocidos, un niño lleno de sueños, de ideas y al que el tiempo le sonaba a chino; adolescente inconformista de iguales sueños, ese que el tiempo le parecía algo que al no le afectaría jamás; un joven el cual ningún plan le pareció nunca disparatado, el que consiguió muchos de esos sueños, pero que tampoco reparo en ese inescrutable dios malévolo del tiempo, y que finalmente acaba alcanzándonos a todos; dejando una terrible sensación de vacío y la terrible realidad de parecer arena entre los dedos, por mucha fuerza que uno emplee en apretar la mano acaba escapándose, cayendo al olvido de la vida, consumiéndome en ese mismo tiempo que un día ni repare en el. No es un lamento, ya que por fortuna he podido disfrutar de cada instante, de cada segundo vivido, es más bien un reproche a mí, a mi persona, por creerme en la capacidad de tener un tiempo infinito, en creerme eso que todos leímos un día “ soñar como si nunca fuéramos a morir y vivir como si no existiera un mañana”, para la literatura y para grandes estrellas del celuloide quizás sea la mejor forma de afrontar su tiempo sobre esta piedra azul, pero para los simples mortales como un servidor, no es más que vivir mirando al pasado, ya que delante de mi no hay nada; “ valgo mas por lo que vivi y puedo contar, que por lo que dejo para que hablen de mi” a mis treinta y siete años, esa frase es cuando más significado aporta a mi vida, cual Peter Pan puedo narrar mis aventuras y desventuras en esta corta existencia, pero al igual que el, al crecer y un día mirarme al espejo y no poder reconocer a ese viejo, que ya peina canas, ¿quien va recordar esas aventuras cuando ya no exista?.
Mis padres, personas excepcionales, a las cuales he tenido el placer, el orgullo y la suerte de conocer, pueden decir con la cabeza muy alta, de haber vivido y aportado a esta vida una gran familia, tienen unas hijas fantásticas, las cuales han sabido formar su propia familia y traer a este mundo hijos a los que dejar su propio legado; mis padres, si que miran atrás, rememorando todo aquello que conforma su vida, sentarse una tarde de invierno con el álbum en sus rodillas y observar con satisfacción que su vida no fue un tiempo perdido, su legado, su recuerdo, su amor, ellos mismos vivirán por siempre en cada uno de esos seres que llevan un poquito de su sangre dentro de ellos; a excepción de una pequeña espina clavada en sus corazones pueden sentirse muy orgullosos, como nos sentimos sus hijos.
Lamento ser esa espina, ese fracaso en sus vidas, lamento que mis padres al mirar atrás en su tiempo vean que aquel niño lleno de sueños, aquel joven que prometía tanto, solo se quedo en el intento, y lleno de fracasos, que quizás lo mejor tan solo sea olvidar. Desde aquí, desde estas simples líneas, yo, vuestro hijo, os pido perdón por no saber administrar mi tiempo, por creerme en la necia idea de poder retener la arena entre mis manos, pido perdón por perseguir mi sombra, por dejar de escuchar consejos de sabias personas como vosotros y dejarme llevar por canticos de sirena; “te aseguro mama, que si en mi mano estuviera, lo cambiaria todo, así al mirar atrás en tu tiempo te sentirías orgullosa, mirarías con otros ojos y no con nostalgia”. Ahora que es ya algo tarde, he comprobado que ya no me entrar las mallas verdes…
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