Cuanto más me empeño en encontrar mí

camino, mas negro creo verlo, se que

tan solo es una sensación, una paranoilla

una mala pasada de mi cabeza, extenuada
a raíz de mis erróneas decisiones; pero es
inevitable el pensar que todo o al menos
casi todo esta en contra mía. Es como
adentrase en un túnel mal iluminado,
uno puede ver la entrada, hasta incluso
vislumbrar unos metros mas allá, lo que
nos guastaría seria ver el final, así si este
no es lo que esperamos decidir no entrar, ojala la vida fuera así de sencilla, ver el resultado de varias opciones a tomar y escoger la que más nos haga feliz. Pienso que realmente si uno se para a pensarlo fríamente, midiendo todas las consecuencias, analizando todos los parámetros, da con la solución mas acertada; me refiero a no dejarse llevar por el corazón, si no conducir la propia vida con la cabeza, ¡joder eso seria lo ideal! ¿Pero quien es el guapo que para un corazón desbocado?, ¿Quien pasa olímpicamente de los latidos del amor y se lanza a analizar las cosas visceralmente?, vamos que es una ardua tarea, o incluso se podría decir titánica. Porque no lo neguemos, si la fe mueve montañas, el amor seca océanos, erosiona el granito y ralla diamantes hasta hacerlos polvo.

Hoy como tantos otros días, el despertar fue el mismo, vamos me siento o se como se sintió Bill Murray en aquella película, con la diferencias que yo no puedo cambiar nada; siempre al despertar con las misma compañía, un libro sobre la mesita y encima una moneda, con la cual juego a descubrir el futuro tirándola al aire (si sale cara tendré una sorpresa agradable) y así me armo de valor para afrontar otro tedioso día, locamente esperanzado por el caprichoso giro de una moneda, “joder es una locura”, pese a todo el ritual es prácticamente el mismo cada día; por cierto la moneda se equivoca cada día, en fin a ver cuando se pone las pilas y me da una alegria.